18 de marzo de 2011

Shuffle.

Ay, los días de mezclas duras: esquivando a unos albañiles cruzando la calle como los beatles, adquiriendo unas macetas nuevas, bebiendo agua de guayaba con fresa, recordando a un hombre con nombre y actitud de animal, emborrachándome, teniendo ese extraño crush con el trasplantador de hígados, leyendo los tipos de hepatitis, escuchando un sonido de agua y viendo un remolino con hojas secas gigante con fondo del cielo naranja, evitando un internet borracho peligroso, leyendo noticias alarmantes, visitando a un hombre que confunde flores con animales, quitándome la ropa en privado y haciendo una triste colección de tragedias.

Días que odias por ser lo que odias, por hablar de lo que odias que hablen y por quejarte cuando odias a los que se quejan y ver a Estados Unidos echando a perder gente mandándolos a la guerra, cuando tienen la sociedad muy podrida (no wonder). Pero y qué importa todo esto? No existe la felicidad como tal, recordemos, y sigamos mezclando momentos duros y blandos. Ahora tengo una sensibilidad abierta como si mi cuerpo fuera un bosque. Podría llorar con tan sólo pensarlo. Y no reír tan fácilmente. No tan honestamente.






(Te extraño).

10 de marzo de 2011

No me apures.

Ahora voy a escribir sobre mí. Porque siento que llegué a un punto solemne. Tuvo que pasar una cosa insignificante, mal hecha, desvergonzada y medio inútil, pero sirvió de algo. Estuvo mal, pero estuvo bien. Tengo claridad en cosas que me angustiaban y eso me hace ver todo más desempañado. Este año he profundizado algunos pensamientos. He acompañado a gente muy cercana a hacer cosas que marcarán una cosa importante en sus vidas, y no precisamente cosas buenas. A mí me afecta de la manera buena, aprendo. Así que el estar sola en la casa reconforta mucho porque pienso y hablo sola. Y me quedo en silencio. Y pongo música a todo volumen. Como si tuviera más tiempo para mí y para llevar al cine a la gente por ejemplo. Y aunque odio a los humanos me gusta invitar a alguien al cine de pronto. Pero a veces también cancelo. No, no eres tú que pareces esto. Soy yo que soy yo. Punto. Ir sola al cine me encanta. Y no, no me sorprende lo que me dices. Y no estoy enojada contigo. Sólo ya no me sorprendes. Y me voy al cine porque quiero. A ver cualquier idiotez. El rito si quieren (qué porquería de mensajes católicos por cierto, pero que esperaba yo, si filmaron en el Vaticano). Cualquier idiotez. Bueno eso hago yo en esta vida corta. Idioteces, acompañamientos y más idioteces. Sin prisas. No hay mejor cosa que comerse un puré de camote al whisky y tener una cuenta en un bar. Ni que darse el lujo de comer con cuchara todo y empezar a cocinar como hombre. 

5 de marzo de 2011

Tomando distancia.

Que cada quien merece lo que le pasa, yo no sé nada de eso. No lo creo. Entonces nadie se sentiría jamás afortunado de algo. Y la gente que nace pobre y en situaciones desafortunadas propicias a las consecuencias terribles no quiere decir que sea mala. Que tenía que pasar, no. Las cosas pasan y ya. Se juntan a veces, pero no tienen significados tan elaborados, a mi manera de pensar. Será que me he convertido en una persona de ciencia 100%? Ya no me dan miedo las historias de fantasmas y apariciones. Ni el diablo, ni la oscuridad ni nada. Tengo la cabeza inyectada de frialdad. Aunque para cosas cercanas y reales, malas noticias y cosas que afectan a gente que tengo muy cerca, tengo la suficiente calidez para tomarlas y sentirlas. Pensarlas mientras voy a algún lado o espero en el banco. Me dan ganas de acercarme y preguntar. La confianza y (la a veces difícil) delicadeza.

Lo que sí creo que debería haber, es una seña internacional de: "No me digan nada." Olvidando los likes y las caritas tristes, un "no te atrevas a abrir la boca u oprimir cualquier tecla". Es terrible que cuando las peores cosas te suceden es cuando la gente más te quiere decir cosas. Cómo saben si no quieres ni siquiera acordarte? Si prefieres distraerte con cualquier otra cosa y recordar lo feo a solas, cuando tienes todo un castillo para correr, llorar y darte de topes. También sé que hay quien le gusta que le digan cosas. Y que a veces sí sirven ciertas palabras de ciertas personas diciendo ciertas cosas. No lo mismo de siempre, repetido. Algo real.

Yo también he sido imprudente. Cuando Luis me avisó que su mamá había muerto, dije: "ay, qué mal!". Pues claro. Qué mal. Ni modo que no. No tenía que decirlo. Gracias por avisar, punto. Lo siento. Lo siento Luis. Ya no sirve de nada y te hice ese momento un poco más miserable. Y no importa que ya pasaron muchos años. Ahora que he perdido gente más cercana, y que las cosas se ponen medio funky fuck, sé lo que se siente. Hay cosas que no quieres ni siquiera que te lo mencionen. Cállense. Qué imprudentes podemos ser...