5 de abril de 2011

Melange.


Me sorprendí, aunque no era inadvertido, cuando una mujer rubia me presumía lo buen doctor que es él, porque ya le había operado párpados, naríz, boobies, estómago y nalgas. Sí, se le notaba lo exageradamente bueno de su cuerpo en contraste con la flacidez de su piel y la edad que estaba rechinando con un freno de mano autoinducido. Me vió de arriba a abajo y me dijo: "Pues ahora sigues tú!" - ¿Yo? - me pregunté sarcásticamente. Me dió lástima y me reí, pero no le dije nada. Su esposo por otro lado, me tomó por la persona que "nuncavoyavolveraverenmividayaquienpuedoconfiarcualquiercosa" se floreó en celos al decirme que las mujeres se enamoran de quien las hace bonitas mientras ella admiraba esculturas desnudas con el doctor y se hacía la que no escuchaba. Estábamos a menos de metro y medio. Cuadros de desnudos perfectos. Nalgas de Da Vinci. Espejos gigantes. Sillones de piel. Un DJ que se contrató sólo porque la descripción de sus mezclas "sonaba muy cosmopolita". Risas extra nice. Pelos extra peinados. Tacones y corbatas. Estábamos en su consultorio. En la inauguración. Yo, que lo he visto hacer injertos de piel a un electrocutado, también tengo la impresión que es un buen doctor. La cirugía plástica y las muchas caras que conocemos. Pero me sentía inadaptada. Completamente incómoda. No entendí porqué me decían tantas cosas (porque me siguieron diciendo tantas cosas). Me empiné el vino, me despedí y salí huyendo.



Saqué la ficha 18, la 79. No sé porqué siempre se me graban los números de ficha que saco para cualquier cosa. Ya sabemos como funciona la mente de raro. Pero he visto a 3 máximos exponentes en cosas que me importan en la vida aunque ni lo han de saber. Juntos, improvisando algo. Sin querer. Países y continentes distintos, y la música y yo en común. Me he recargado de energía. Muerto de calor. Espero no volver a esos lugares. Al menos ni a la veterinaria, ni al consultorio. Ni a los errores de antes. Aunque no hay sospechas y los días siguen igual, y todo se mueve para el mismo lado. Sé para donde más o menos voy, aunque no tengo idea qué hay allá. Y cuando a veces veo a alguien lindo que me cuenta algo, puedo no escucharlo sólo por estarlo examinando detalladamente, sus ojos, su boca, su voz. Y después me meto en problemas.

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