3 de noviembre de 2011

Mente, ruido y trayecto.


Desde el palco de un camión a la hora pico se ven las piernas de las personas, los bebés acomodados en el asiento de atrás, panzas tocando el volante, rodillas tocando la palanca, los dedos jugando, cambiándole al radio, cinturones desabrochados, escritura de mensajes en celular, los bostezos, el fastidio de ir solo y tarde en un auto, ambulancias que no pueden pasar, algunas groserías, algunas miradas perdidas, la definición de vuelta de rueda, mientras de fondo, entre el ruido, conversaciones cortadas.

Cuando se está entre mucha gente se escuchan pedazos de la conversación. "... y que sale corriendo y preguntan que donde estaba, y yo rápido me adelanté pues, para que no se dieran cuenta que..." ó "... entonces porqué me estás diciendo eso, le dije, ¿no habíamos quedado en otra cosa? y dice no, lo que pasa es que..." .

En todo eso que es nada hay mil historias posibles. Y muchas se ametrallan en la mente en blanco del receptor, en este caso yo y me entretiene aunque tengo que surfear un poco entre los mofles ronroneadores que forman la sinfonía del ruido horrible.

Pero sucede que el noise (la música) y el ruido en exceso me ponen la mente en blanco como la meditación. Y el theremin es un instrumento que me gusta mucho y lo uso de pretexto en este texto para recomendar a Clara Rockmore.

PD- decir "lo que pasa es que..." me parece de las escusas más terribles y baratas que hay.

No hay comentarios:

Publicar un comentario