8 de abril de 2022

Tuve un bosque de cardúmenes volando en materia oscura.


La gente me pregunta si estoy bien. No sé cómo responder a eso. Nunca se está completamente bien, y cuando se está, hay una cierta incomodidad de que todo esté bien que anula el estar completamente bien. Pero uno siempre dice que sí. Aunque no. Aunque sí e inmediatamente no. Nadie lo cuestiona bien. Pocas personas realmente se interesan en cómo estás, se preguntan qué tanto es el porcentaje que no lo está, las causas, las razones. Uno quiere saber lo malo que ocurre con las personas que más quiere. Lo bueno también pero lo malo, si realmente quieres a alguien, te afecta también y te duele. Y lo sabemos y aún así, seguimos diciendo que estamos bien, siempre.

Pero hoy no estoy bien. Para nada bien. Se acerca el día en el que se termina para siempre el poder decir que hace un año, todavía estaba Satanás conmigo. Él fue mi mejor amigo, más que amigo. Es la relación más profunda que he tenido en mi vida. Me duele en el cuerpo que hace casi un año que no nos vemos, que no siento su amor, su mirada, su lengua. Que no escucho sus suspiros. Me enseñó muchas cosas y estoy lejos de ser como él, pero pensar en lo guerrero que siempre fue es lo único que me motiva para cualquier mínima cosa últimamente. Caminar para llegar a casa. Hoy me está costando hacer cualquier mínima e insignificante cosa. Puse a calentar una coyota y se quemó. No hay gran ciencia en poner a calentar una coyota en un comal. Fracasé. No me he quitado la pijama ni he puesto jabón a la lavadora llena de ropa sucia. No prendí las luces cuando oscureció y solo escuché música y ni las lágrimas me limpié, las dejé fluir, las dejé salir con todo y las bocanadas del llanto. Ya no está para limpiarme las lágrimas. Lo extraño bosques y mares y espacio exterior. Lo extraño materia y energía oscura. Mi conexión con todo, con el amor, con el más inmenso amor. Nada se compara y nada lo reemplaza. Los perros no saben qué hacer conmigo. Yo no sé cómo explicarles. No hago absolutamente nada. Estas costillas me encerraron por completo, me encarcelan en mi propio sentir. Faltan dos días para que se cumpla el plazo y todo regresa.

Y todo me recuerda a él. Y nada detiene al tiempo ni a la fuerza con la que vuelve la tristeza. 


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