6 de abril de 2010

La inercia de extrañar más días de los necesarios.

La nueva mascota para mi cabeza, la odio (y tiene un robot favorito que le ayuda a dormir rico a todos los pensamientos que no se deberían pensar), y yo nada más me doy cuenta que me gusta iluminar y me encanta comprar focos y escribir direcciones en sobres. Estoy cada día más convencida de poder ser mi propio altruista e inyectar mi propia cuenta de banco de mis donaciones para ser mi propio verdugo y tranzearme y ganarme a mí misma las apuestas. Y matarme y darme RCP. La cosa es que se requiere de un poco de inteligencia para aceptar fríamente que también está bien que las personas caminen junto a nosotros, porque no somos ni únicos ni autosuficientes como para creernos salchichas paradas con pulmones inflados y desfilar en un desfile de una sola persona. Eso no existe. Existimos los humanos con sentimientos y pulmones inflados y rotos y los engañamos a nuestro antojo, pero también los influyen los sentimientos de los otros humanos que nos quieren o que no. Bah. Hay soluciones para cada uno de estos idiotas. Hay medicinas y hay hoyos en los cuales caer. Vámonos a pasear a las mascotas internas que odiamos. Y si es necesario ver una película para engañarnos, so be it. Si tus pies están fríos, sólo ponte calcetines. Tan fácil como la mente racional de cualquier hommo sapiens.

Recomiendo escuchar The Shins pero no en exceso, ni tampoco una sola vez. Sólo lo suficiente para poder hacer un loop hasta que se nos olvide la razón real que nos hizo hacer tal acto de frialdad estúpida.

(yes, after all this starving of oxygen...)

No hay comentarios:

Publicar un comentario