14 de febrero de 2010

Ándele.

Anotación: La idea para no desconcentrarse es una idea borracha de anoche, reacomodando muebles con muchas cervezas y raicilla. Por supuesto.

Cuando tenía tres años fui atacada por mi perro Terry en la cara. Yo le jalaba las orejas y le metía la cara en el hocico. Bostezó o algo y me encajó un colmillo junto al ojo y otro junto a la boca. Recuerdo a mi mamá sin poder marcar ningún número en el teléfono. Debió ser impresionante mi cara con sangre. Siguieron días de hospital e inyecciones contra la rabia que me ponían en la panza mientras estaba amarrada a la cama.

Anoche, a los 31 fui a tacada por mi perro Satanás en la cara. Yo jugaba con sus orejas y mi cara estaba muy cerca de su hocico. Me gruñó y no me importó y seguí jugando. Me volvió a gruñir una segunda y una tercera vez. Hasta que ve encajó un colmillo en la nariz y otro en mi labio superior. Mi cara otra vez tuvo sangre. Creo que yo tuve la culpa, como muchas veces cuando alguien me ataca. Ya me dijeron que no soy una persona fácil y que me pongo muy mal si las cosas no me salen bien. Y justo me lo dijeron ayer dos personas distintas. No puedo contrapuntear esto. Ni modo, me gustaría que no fuera verdad, no me gusta que sí lo es. Así que me aguanté. Me salió sangre y tengo labios de Angelina Jolie. Está bien. Me gustan las cortadas visibles. Sigue que aprenda la lección e intente una vida más buena onda.

Hace rato me puse a pensar en una persona que entró a mi vida hace no tanto y que casi ya no me acuerdo de su cara, hasta que vi una foto de él. No tengo mucha idea de su vida, de cómo es, sin embargo creo que lo conozco un poco. No entiendo cosas de él, pero me gusta no saber tantas cosas y tener ese espacio vacío. A veces sé algo de él. Supongo que eso pasa seguido. A veces se logran relaciones que duren. A veces se vuelven encuentros fugaces del pasado. Parece algo sin sentido con relación a las mordidas de perros y lecciones, pero este señor, así frente a ese vacío de información hacia mí, también me dijo cosas que importan, de como el se imaginaba. De tal suerte que en muchas cosas tuvo razón y lo escuché atentamente porque jamás nadie me dijo esas cosas. Y eran cusas duras. Y yo me acuerdo poco de su cara pero mucho de sus palabras y otros detalles. Ahora está muy lejos, en otra ciudad, en otro país y cabe la posibildad que no vuelva a verlo nunca. Pero también dejó marcado algo en mí. Que si bien cicatriza, no se olvida.

>> Spiegel im spiegel.
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