24 de febrero de 2010

Luna llena.

Me hice un sandwich exactamente como se lo hizo el protagonista del libro que leo. Se me antojó y el que me hice creo que sabe un poco mejor de lo que me imaginé. En inglés sonó delicioso y eso que es bien fácil. Pero como resistirse a: "sliced tomatoe, cheese, mustard, butter and sliced bread"? 

Los pequeños placeres de la vida juntos siempre. Placeres que no se entienden. Nada más se disfrutan mucho en el momento. Como si alguien te hace cariñitos en el cuello para despertarte. O si tienes frío y de pronto caminas a donde entra un rayo de sol y te calienta. O si llega un viento fuerte y te levanta el pelo. O si ves la luna y no te haces hombre lobo. Esta última no tiene sentido. A menos que sea usted el séptimo hijo de la camada y primer varón nacido en luna llena y haya usted bebido de donde bebió un lobo. La verdad la película es terrible, pero el personaje hombre lobo es una bonita manifestación de la bestialidad humana en el planeta. 

Si algún día alguien me sorprende y tengo la chance, le diré que por favor se lea los primeros renglones del segundo capítulo:



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